«Mi
padre fue un padre severo. Nunca pude llamarlo papá. No podía abrazarlo ni besarlo. Me dijo que tenía que ser un
alemán, y por tanto no podía expresar emociones ni llorar delante de él, porque
aquello era causa de castigo. Tenía que ser duro. Tenía ser mejor. Tenía que
ser un triunfador. Yo llamaba a aquello amor
severo, porque sabía que en el fondo de su corazón mi padre me quería, aunque
nunca me lo demostró, y tampoco me permitió demostrar mi amor por él.»
Bernd Wollschlaege
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Lo
que el padre de Bernd esperaba de su hijo era lo mismo que el régimen nazi
había esperado de él. El programa nazi se manifestaba en todos los aspectos de
la educación alemana.
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«En
1933 se publicó un libro de propaganda titulado La madre alemana y su primer hijo. Trataba de la crianza de los
hijos basada en la represión de todas las emociones y necesidades
individuales.»
Tanja Etzer,
historiadora
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El sistema educativo de la época nazi se basaba en una pedagogía que fomentaba la superioridad «racial» de los rasgos «arios» sobre el resto de los grupos étnicos. Un sistema que fomentaba la deshumanización del otro y que produjo individuos que apoyaron las atrocidades perpetradas por el régimen nazi.
El sistema educativo de la época nazi se basaba en una pedagogía que fomentaba la superioridad «racial» de los rasgos «arios» sobre el resto de los grupos étnicos. Un sistema que fomentaba la deshumanización del otro y que produjo individuos que apoyaron las atrocidades perpetradas por el régimen nazi.
Tomado de: Los fantasmas del Tercer Reich
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