Constantino el Grande
Emperador de los romanos desde julio de 306.
Constantino el Grande
«Diocleciano incitaba a que todo el mundo en su
corte, incluido Constantino, ofreciese sacrificios regularmente. Diocleciano
pensaba que debía la unidad del Imperio a los dioses de Roma. Pero otra
religión estaba captando muchos adeptos, haciendo que peligraran los planes de
Diocleciano. Los fieles de aquella fe adoraban a Jesucristo, el hijo de un
nuevo dios. La iglesia había crecido, no solo numéricamente, sino que tenía
grandes riquezas y poseía amplios edificios. Era una institución muy próspera
dentro del Imperio Romano. Una institución que Diocleciano veía como una
amenaza para Roma. Creía firmemente que la salud de Roma estaba ligada a la
religión romana y que los cristianos representaban una fuerte amenaza contra
ella. Los cristianos, que habían sido tolerados durante casi cuarenta años,
formaban ahora un alto porcentaje de la población de las grandes ciudades.
Había cristianos tanto en el ejército como en la corte imperial. Diocleciano exigió
que todos los soldados del ejército imperial ofrecieran sacrificios a los
dioses de Roma, algo a lo que se negaron muchos cristianos.»