Giordano Bruno
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«Giordano Bruno era un rebelde nato. Incluso cuando era un monje dominico joven en Nápoles, ya era un inadaptado.
«Se atrevió a leer los libros prohibidos por la iglesia y esa fue su perdición. En uno de esos libros, un romano antiguo, un hombre muerto desde hacía más de mil quinientos años, le susurró sobre un universo mucho más grande, uno tan ilimitado como su concepto de Dios.»
«Lucrecio le pidió al lector imaginar que estaba parado en el límite del universo y que disparaba una flecha hacia afuera. Si la flecha continuaba su camino, el universo se extiendía más allá de lo que uno imaginaba era el límite. Pero si la flecha no continuaba, si golpeaba un muro, digamos, entonces ese muro debía estar más allá de lo que uno pensaba era el límite del universo.»
«Ahora bien, si uno se paraba sobre ese muro y disparaba otra flecha, existían sólo dos resultados posibles: O volaba para siempre hacia el espacio o golpeaba algún tipo de frontera en donde uno podía pararse y lanzar otra flecha más. De cualquier forma, el universo no tendría límites. El Cosmos debía ser infinito.»
«Esto tenía sentido para Bruno. El Dios al que él adoraba era infinito. Entonces, razonaba, ¿cómo podría ser menos su creación?»
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Giordano Bruno
Fraile dominico italiano, filósofo, matemático, poeta y teórico cosmólogo del siglo XVI
«Giordano Bruno era un rebelde nato. Incluso cuando era un monje dominico joven en Nápoles, ya era un inadaptado.
Esta
era una época en que no había libertad de pensamiento en Italia, pero Bruno
deseaba saber todo sobre la creación de Dios.»
«Se atrevió a leer los libros prohibidos por la iglesia y esa fue su perdición. En uno de esos libros, un romano antiguo, un hombre muerto desde hacía más de mil quinientos años, le susurró sobre un universo mucho más grande, uno tan ilimitado como su concepto de Dios.»
«Lucrecio le pidió al lector imaginar que estaba parado en el límite del universo y que disparaba una flecha hacia afuera. Si la flecha continuaba su camino, el universo se extiendía más allá de lo que uno imaginaba era el límite. Pero si la flecha no continuaba, si golpeaba un muro, digamos, entonces ese muro debía estar más allá de lo que uno pensaba era el límite del universo.»
«Ahora bien, si uno se paraba sobre ese muro y disparaba otra flecha, existían sólo dos resultados posibles: O volaba para siempre hacia el espacio o golpeaba algún tipo de frontera en donde uno podía pararse y lanzar otra flecha más. De cualquier forma, el universo no tendría límites. El Cosmos debía ser infinito.»
«Esto tenía sentido para Bruno. El Dios al que él adoraba era infinito. Entonces, razonaba, ¿cómo podría ser menos su creación?»
Neil deGrasse Tyson
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Giordano Bruno
«El Evangelio del infinito.»
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